CARTA
AL SEÑOR FUTURO
Estimado
señor Futuro
De
mi mayor consideración:
Le
estoy escribiendo esta carta para pedirle un favor. Usted sabrá disculpar la
molestia. No, no tema, no es que quiera conocerlo. Ha de ser usted un señor muy
solicitado, habrá tanta gente que querrá tener el gusto; pero yo no. Cuando
alguna gitana me atrapa la mano, para leerme el porvenir, salgo corriendo a la
disparada antes de que ella pueda cometer semejante crueldad.
Y
sin embargo usted, misterioso señor, es la promesa que nuestros pasos persiguen
queriendo sentido y destino. Y es este mundo, este mundo y no otro mundo, el
lugar donde usted nos espera. A mí, y a los muchos que no creemos en los dioses
que nos prometen otras vidas en los lejanísimos hoteles del Más Allá.
Y
ahí está el problema, señor Futuro. Nos estamos quedando sin mundo. Los violentos
lo patean, como si fuera una pelota. Juegan con él los señores de la guerra,
como si fuera una granada de mano; y los voraces lo exprimen, como si fuera un
limón. A este paso, me temo, más temprano que tarde el mundo podría no ser más
que una piedra muerta girando en el espacio, sin tierra, sin agua, sin aire y
sin alma.
De
eso se trata, señor Futuro. Yo le pido, nosotros le pedimos, que no se deje
desalojar. Para estar, para ser, necesitamos que usted siga estando, que usted
siga siendo. Que usted nos ayude a defender su casa, que es la casa del tiempo.
Háganos
esa gauchada, por favor. A nosotros y a los otros: a los otros que vendrán
después, si tenemos después.
Le
saluda atentamente,
Un
terrestre
(Eduardo
Galeano)
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