ODA A UN CANTAUTOR
Música para camaleones
Columna Juan Serrano
No todo está perdido, parece decir Pedro Guerra en cada una de sus canciones. Y aunque esa expresión no esté presente en ningún rincón de su cancionero, ese es el mensaje que retumba en cada una de sus tonadas. El cantante de origen canario con su talento desbordante ha logrado crear un repertorio con regusto a melancolía que sin embargo no deja nunca de ser alegre, colorista. En una canción triste como Mujer que no tendré o en el derroche de optimismo de la conocida Contamíname: da igual. Con su voz entusiasta, Pedro Guerra ha logrado que la alegría se asome por cualquier ventana.
Un cantautor, más que quien canta sus propias canciones, es un músico capaz de hacernos erizar la piel y sacudirnos la nostalgia sin más armas que su voz y una guitarra. Alguien que ha querido construir con su música un universo particular. Estoy pensando en Silvio, Serrat, Sabina. Pero de la generación que a ellos precede, Pedro Guerra me parece el más completo de todos, el más autobiográfico y poético. Es un músico y lector incansable; que ha querido que la música sirva en primer lugar para ser siempre leal a sí mismo. Porque la música de Pedro Guerra es así: puede estar cantando sobre su ateísmo converso luego de haber constatado las desigualdades del mundo ante la mirada miope de Dios (Dios); del sinsabor que le queda al ver las nuevas formas de habitar las ciudades alrededor del consumo después de una visita a un centro comercial de Bogotá (Si tu quisieras); sobre cómo su hija entra en el túnel de la adolescencia y quiere perder las ventajas que le daba la niñez (Lara); y en cualquier caso, quien lo escuche con atención, sabrá ver que está trazando mediante su tono, los acordes y letras; una forma de acercarse a las cosas y personas de este mundo. Se aprende con el tiempo a reconocer al cantautor canario en sus propias canciones, a la vez que se descubre lo que hay de él en uno mismo. Esa es al fin y al cabo la belleza de la música (el más grandioso lugar común): que permite descubrir lo que hay de todo el mundo en el propio corazón.
Me parece también el más cercano a la poesía de los cantautores españoles posteriores a la generación de Sabina y compañía (escuchen, por ejemplo, Cerca del amor). Además, Guerra tiene el talento para encontrar la musicalización apropiada de un poema y de esta forma llevarlo a un estadio de la belleza superior. Lo hizo en 2003 cuando se embarcó en la aventura de La palabra en el aire junto al poeta Ángel González donde musicalizó una serie de poemas del ya fallecido poeta asturiano. Lo había hecho antes con su canción Antes de amarte, amor, donde hizo una magistral musicalización del poema de Neruda del mismo nombre.
, busca darle voz a los excluidos de este mundo. Pero también, en un mundo en el que hay tantas cosas contra las qué cantar, por las cuales indignarse; Pedro Guerra ha querido ser a través de su música un ciudadano ejemplar. Tomarse en serio en sus canciones la palabra compromiso. Que su repertorio reclame un mundo mejor sin hacerlo evidente, sin que el mensaje se pierda en la vulgar arenga política. Ha dicho Guerra que ha querido abordar cualquier temática en sus canciones desde el igualitarismo. Todo su álbum Hijas de Eva (2002), por ejemplo, está atravesado por la indignación que produce el maltrato contra la mujer. Logra también abordar lo social en Contamíname invitando a una forma de contaminación positiva entre los pueblos del mundo a partir de la cultura; se pronuncia en contra de la xenofobia en Extranjeros, y en Debajo del puente, dentro de los confines de la belleza
Con pocos artistas he tenido la certidumbre de que sus canciones han venido a mi vida para acompañarme siempre. Pedro Guerra es uno de ellos. Eso ha sido él para mí: me ha demostrado en cada canción que no hay lugar más hermoso que la música para descubrir el significado de la palabra nostalgia. Y esta es mi manera de darle las gracias.
DEBO AGRADECER A MI AMIGO DARIO RODRIGUEZ QUE FUÉ QUIÉN PUBLICÓ ESTE LINK EN MI FACEBOOK.
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